Hace calor

© ESTUDIO ABAD FOTOGRAFÍAHoy es seis de octubre y aunque el calor no es el de Agosto se suda abundantemente en La Habana; no llovió todavía, estamos a 30º y en las zonas por las que no circula la brisa la sensación es densa. Este es un buen momento para descansar y tomarnos una copa bien fría en la terraza del Hotel Inglaterra, una terraza cubierta y abierta al bullicio de la zona y al pasar continuo de la gente. El Hotel está situado en el paseo de San Rafael, un lugar estratégico en el que todo se compra y se vende, se discute de béisbol y se hacen apuestas en la famosa esquina caliente del Parque Central que está enfrente.

En este pequeño parque está la primera estatua en honor de José Martí que se alzó en Cuba, y muy cerca se encuentra el Capitolio Nacional. Sorprende al ver el Capitolio su parecido con el de Washington, aunque el de La Habana es más rico en detalles, según los entendidos. Se accede por una monumental escalera y es muy recomendable una visita guiada por el interior,  además se puede aprovechar para conectarse a internet en el cibercafé.

Detrás del Capitolio está la Real Fábrica de Tabacos Partagás, al lado del Cine Mégano, y enfrente de este el Cine Payret. Al lado del Hotel Inglaterra están el Cabaré Nacional y el Gran Teatro de La Habana que comparte espacio con el Centro Gallego -un edificio neobarroco autentico club social de los emigrantes gallegos- construido a principios del siglo XX.

Todos estos edificios y sus espectáculos hacen de esta zona una de las más concurridas de La Habana, aunque quizás compita con el cruce de las calles 23 y L en Vedado donde están el cine Yara y la heladería Coppelia, también muy bullicioso. Dos espacios urbanos y cosmopolitas, en los que sentarse y ver pasar la vida, la vida Habanera con su trasiego continuo de personas, participar de una sesión de cine o tomarse un helado. Placeres únicos de La Habana.

Sentada, disfrutando de una copa y una pequeña brisa, saboreo de otro modo este momento de calor.

Observo las caras de la gente y su forma de moverse: al extranjero que mira embelesado todo lo que le rodea, sudando copiosamente y bebiendo una copa tras otra -será el calor o el Caribe pero aquí puedes tomar muchas más copas. En una mesa cuatro mujeres que viajan juntas, aprovechan el momento de relax para escribir sus postales, y una de ellas lo apunta todo en una pequeña libreta de tapas negras, los lugares que visitaron, el precio de la comida y el hotel, un sinfín de notas que luego guardará en un cajón para volver a leer en las largas tares del invierno. Una pareja bebe en silencio, beben y miran, todo este bullicio les entretiene tanto que no necesitan hablar, y un señor mayor, elegantemente vestido y solo, mira nervioso su reloj y pide otra copa, su cita de las 18,30 se retrasa.

Todo en esta terraza tiene un aire de calma, bochorno y pausa y nos sentamos en ella personas que intentamos encajar en ese ritmo, lento y cadencioso.

Paseando la mirada me encuentro con el camarero, que pendiente de nuestros pedidos nos mira con una sonrisa socarrona, y pienso, que pensarán de nosotros los camareros y chóferes cubanos?

Que pensarán de estos blanquitos pálidos y sudorosos, con esa ropa un poco estrafalaria con la que pretenden sentir menos calor, y que toman y toman esperando refrescarse, mientras lo miran todo con cara de sorpresa, de satisfacción, de duda, de deseo y en ocasiones de inseguridad.

Me gustaría poder oír a aquellos tres apoyados en la barra que comentan y se ríen.

© Mabel Pérez Simal

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