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Todas las preguntas

LA HABANA, CUBA, CALLE OBISPO, ESCAPARATE, MODA 1

A mediados del mes de Enero de 2008 en la Universidad de Ciencias Informáticas, en una reunión celebrada en vísperas de las elecciones a la Asamblea Nacional, el Presidente del Parlamento se dirigía a los estudiantes y profesores pidiendo el apoyo para elegir en bloque a todos los candidatos que concurrían a los comicios del 20 de Enero celebrados en Cuba.

Durante esta asamblea los estudiantes además de escuchar el discurso oficial querían trasladar al poder revolucionario sus inquietudes, sus dudas y sus demandas. La asamblea perdió el tono oficial ante las cuestiones que plantearon los más jóvenes.

Un tiempo después la consigna que se comentaba por toda La Habana, transmitida por Raúl Castro, ocupando en funciones la Jefatura del Estado, es que los cubanos y cubanas hablen en las asambleas, que se atrevan a intervenir y a cuestionar, a plantear las necesarias reformas que están en boca de todos, en la calle, en los cafés, en las tertulias, en las facultades y centros de trabajo, que se discutan abiertamente los problemas del país y se propongan soluciones.

Estamos comiendo en casa de Danilo con su nieta Anita y su novio Andrés. Comentamos estas noticias y nos explicaban que ellos asistieron a la asamblea y nos cuentan cuales fueron las preguntas:

– ¿Por qué no se explica al pueblo en que consisten determinados proyectos y planes para que se pueda evaluar la eficacia de la gestión y exigir responsabilidades, si fuera el caso?

– ¿Por qué un ministro puede estar 20 años en el cargo aunque su gestión haya fracasado?

– ¿Por qué los cubanos no pueden viajar al extranjero ni hospedarse en hoteles nacionales?

– ¿Por qué se prohíbe abrir cuentas de correo electrónico de Yahoo o Google?

– ¿Cómo se entiende la coexistencia de dos monedas, como el comercio interior se paga en pesos convertibles, la divisa local, cuando a los trabajadores se les paga en pesos cubanos que tienen un poder adquisitivo 25 veces menor?

Nos contaron que el Presidente del Parlamento respondió comparando la situación actual con la que había en Cuba antes de la Revolución, la dictadura de Batista, la pobreza, las desigualdades, etc y algún otro comentario que en modo alguno resultaron convincentes para los jóvenes que escuchaban.

Hace un mes se plantaron los trabajadores de Acorec, la agencia empleadora estatal que contrata personal cubano para empresas extranjeras, el motivo era la imposición de un impuesto sobre las gratificaciones que reciben los trabajadores.

Por primera vez se publicaba en el diario Gramma, un espacio titulado «Cartas al Director», en las que se leían opiniones de ciudadanos que ponían en cuestión algunas de las políticas del Gobierno Revolucionario.

No es un tema de conversación cómodo para Danilo, fiel y ferviente revolucionario, quizás él piensa que las cosas deberían de cambiar pero no dice nada, es incapaz de formular la más mínima crítica, al contrario, siempre intenta buscar la justificación a todo y esto choca con la opinión de su nieta y su novio.

La sobremesa se convierte en un debate político de primer orden, los jóvenes nos preguntan, quieren saber como suceden las cosas en el exterior.

– Y ustedes cambian de gobierno cada cuatro años?

– Pero, y si al anterior aún no le dio tiempo de terminar su proyecto político?

– Y el que llega continúa con el trabajo del anterior?

– Pero si el que viene cambia lo que hace el anterior, no avanzan nunca?

– Y en su país todos tienen trabajo?

– Y como funcionan los bancos?

– La Universidad es gratuita?

Horas y varios cafés después seguimos intentando responder a las preguntas de estos jóvenes inquietos que quieren saber todo sobre el capitalismo. No solo sus preceptos teóricos que conocen, sino la aplicación práctica del sistema y lo van comparando con lo que les gusta y no les gusta del modelo socialista .

Nos levantamos con la firme decisión de continuar esta conversación en otro momento y nos vamos a dar una vuelta por el malecón y a tomar un roncito para despejarnos un poco. Afuera el calor del atardecer y el ambiente de los locales y de la calle nos reconcilian con este país.

Muchas cosas se están moviendo en Cuba, la transparencia anunciada es novedosa, los jóvenes que crecieron en una sociedad post-revolución, que no conocieron directamente la dictadura de Batista, que se sienten orgullosos de ser cubanos y que no caen en las trampas de los mensajes enviados desde los USA,  necesitan y demandan un modelo de sociedad más abierto y se hacen muchas preguntas.

La solvencia del Gobierno Cubano estará en su capacidad para ir moviendo los viejos moldes y saber dar respuestas a una sociedad que está cambiando y que exige cambios.

Deberían de empezar a contestarlas.

© Mabel Pérez Simal

foto: Xosé Abad

Llegamos a Kampala

Abad_IMG_6127webEn el aeropuerto cuando esperas el vuelo y ves que las pantallas anuncian Kampala se despiertan todos los sentidos hasta entonces un poco atolondrados, por las prisas, los controles de seguridad y los pasillos abarrotados del mes de julio, y en ese momento se dispara tu imaginación.

“Kampala sonoro, sugerente y evocador de tierras africanas, de animales y tribus, de safaris y jeeps descapotables donde viajan protagonistas con salacof”

Descubro que mi imaginación está llena de imágenes de las películas en las que distintos paisajes y países de África son protagonistas: Clak Gable vestido con pantalón corto y encarnando la imagen del gran cazador, la del poder colonial del hombre blanco; o los relatos de la mujer que tuvo una granja en África, la condesa Karen Blixen en “Memorias de África”, con una actitud más humana hacia sus kikuyos, pero manteniendo la distancia de los cócteles y la ropa elegante, de las vajillas y la sofisticación europea en medio de la llanura colonizada, y en contraste con una población indígena que se presenta pobre, inculta, supersticiosa y primitiva. Esta preciosa película y esta maravillosa historia trasmite muy bien la sofisticación y la pureza que da el color blanco en el África colonial. Color blanco en todo lo que les cubre, ropa, manteles, uniformes, sombreros, guantes, quizás es por la frescura del color y quizás por la gran distancia que marca con la negritud que les rodea.

Mis pensamientos se van a otra película, que también me impresionó y que supone un cambio sustancial en la forma de contar la relación de los blancos, europeos e ingleses en concreto y el continente. “El Jardinero Fiel” es un descubrimiento, con toda la belleza que le pone Meirelles a sus trabajos y la dureza y la crueldad en todas las formas posibles, directa e indirecta.

Con todos estos recuerdos de imágenes e historias llegamos a Kampala, y es de noche. En un taxi recorremos la ciudad -capital de Uganda-, extensa y de casas bajas con algunos edificios en el centro. Llegamos al hotel Spike a tiempo de dejar el equipaje y tomarnos una copa en la discoteca anexa, en la que suena música disco ugandesa, maliense y de Senegal, bailada por jóvenes guapos, sofisticadas, altas y bien vestidos. Elite ugandesa mezclada con la población extranjera que disfruta de unas copas al final del día.

Ese momento, en el hotel y en la disco es real, sucede, pero lo vivo con una sensación de irrealidad, será por el cansancio del viaje, la llegada de noche, la incógnita…. No se, quizás mañana a la luz del día podamos tomar conciencia de donde estamos, del lugar, del espacio, del paisaje y del país en el que aterrizamos.

Lo que vivimos esta noche parece una fantasía en la que apenas pasó el tiempo, excepto por la música y la ropa, podría ser una escena en la que mientras saboreamos un gin-tonic vemos aparecer a Ava Gardner buscando una copa.

Y se hace la luz, amanece y muy, muy temprano nos ponemos en marcha para iniciar el viaje. Todo es más feo y sucio a la luz del día, el edificio del hotel y las casas que lo rodean, de aspecto mejorable, y una calle con aceras y asfalto escaso en la que conviven unos enormes árboles donde se posan los marabús, carroñeros y fuera de lugar.

Se va abriendo el día mientras viajamos con rumbo a los grandes Parques y Lagos del norte del país y dejar la ciudad es un alivio.

© Mabel Pérez Simal

Hace calor

© ESTUDIO ABAD FOTOGRAFÍAHoy es seis de octubre y aunque el calor no es el de Agosto se suda abundantemente en La Habana; no llovió todavía, estamos a 30º y en las zonas por las que no circula la brisa la sensación es densa. Este es un buen momento para descansar y tomarnos una copa bien fría en la terraza del Hotel Inglaterra, una terraza cubierta y abierta al bullicio de la zona y al pasar continuo de la gente. El Hotel está situado en el paseo de San Rafael, un lugar estratégico en el que todo se compra y se vende, se discute de béisbol y se hacen apuestas en la famosa esquina caliente del Parque Central que está enfrente.

En este pequeño parque está la primera estatua en honor de José Martí que se alzó en Cuba, y muy cerca se encuentra el Capitolio Nacional. Sorprende al ver el Capitolio su parecido con el de Washington, aunque el de La Habana es más rico en detalles, según los entendidos. Se accede por una monumental escalera y es muy recomendable una visita guiada por el interior,  además se puede aprovechar para conectarse a internet en el cibercafé.

Detrás del Capitolio está la Real Fábrica de Tabacos Partagás, al lado del Cine Mégano, y enfrente de este el Cine Payret. Al lado del Hotel Inglaterra están el Cabaré Nacional y el Gran Teatro de La Habana que comparte espacio con el Centro Gallego -un edificio neobarroco autentico club social de los emigrantes gallegos- construido a principios del siglo XX.

Todos estos edificios y sus espectáculos hacen de esta zona una de las más concurridas de La Habana, aunque quizás compita con el cruce de las calles 23 y L en Vedado donde están el cine Yara y la heladería Coppelia, también muy bullicioso. Dos espacios urbanos y cosmopolitas, en los que sentarse y ver pasar la vida, la vida Habanera con su trasiego continuo de personas, participar de una sesión de cine o tomarse un helado. Placeres únicos de La Habana.

Sentada, disfrutando de una copa y una pequeña brisa, saboreo de otro modo este momento de calor.

Observo las caras de la gente y su forma de moverse: al extranjero que mira embelesado todo lo que le rodea, sudando copiosamente y bebiendo una copa tras otra -será el calor o el Caribe pero aquí puedes tomar muchas más copas. En una mesa cuatro mujeres que viajan juntas, aprovechan el momento de relax para escribir sus postales, y una de ellas lo apunta todo en una pequeña libreta de tapas negras, los lugares que visitaron, el precio de la comida y el hotel, un sinfín de notas que luego guardará en un cajón para volver a leer en las largas tares del invierno. Una pareja bebe en silencio, beben y miran, todo este bullicio les entretiene tanto que no necesitan hablar, y un señor mayor, elegantemente vestido y solo, mira nervioso su reloj y pide otra copa, su cita de las 18,30 se retrasa.

Todo en esta terraza tiene un aire de calma, bochorno y pausa y nos sentamos en ella personas que intentamos encajar en ese ritmo, lento y cadencioso.

Paseando la mirada me encuentro con el camarero, que pendiente de nuestros pedidos nos mira con una sonrisa socarrona, y pienso, que pensarán de nosotros los camareros y chóferes cubanos?

Que pensarán de estos blanquitos pálidos y sudorosos, con esa ropa un poco estrafalaria con la que pretenden sentir menos calor, y que toman y toman esperando refrescarse, mientras lo miran todo con cara de sorpresa, de satisfacción, de duda, de deseo y en ocasiones de inseguridad.

Me gustaría poder oír a aquellos tres apoyados en la barra que comentan y se ríen.

© Mabel Pérez Simal

Felicidades Pepe

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Viajamos y soñamos con viajes, por trabajo, por placer, físicos y también de la imaginación.

Viajamos para ver a alguien, o para ver algo, viajamos para movernos y cambiar de escenario, viajamos para no perdernos, por amor, por desamor, por hastío o por curiosidad.

Y viajamos porque nuestro querido amigo Pepe está de cumpleaños. Felicidades Pepe.

Pepe cumple 60 años y trabaja y vive en Bruselas. Vive con Ana, su mujer, y nosotros, sus amigos trabajamos y vivimos en A Coruña.

Somos nueve, bueno amigos tienen muchos más, pero en esta historia somos nueve los que decidimos darle a Pepe una sorpresa y presentarnos en la puerta de su casa el día de su cumpleaños.

No recuerdo a quien se le ocurrió, pero nos fuimos liando los nueve y decidimos iniciar este viaje, que como todos los viajes no empieza el día que te diriges al aeropuerto, sino mucho antes.

Vamos hablando de los preparativos, oye, coger el billete de avión para tal día y todos a la misma hora, ojo, la vuelta el lunes que me dijeron que hay unos mercadillos en Bruselas increíbles el domingo por la mañana.

Oye, que estoy pensando que podemos llevar sacos de dormir, y estar todos juntos en casa de Pepe, bueno, voy a hablar con Ana a ver que opina.

Claro, porque Ana es cómplice de todo esto y solo le preocupa que a Pepe no le de algo al vernos en su puerta, en Bruselas, un noche de enero muertos de frío y cantando.

Vale, vamos a comprar sacos de dormir, Ana pone las colchonetas. De todos modos tenemos que vernos y planificarlo todo. Bien, vale, en mi casa a las 10 de la noche y picamos algo.

Ummm que bueno está este vino, hay más, que queso, que piña, que polvorones, por favor comeros todos los restos navideños.

Por cierto deberíamos nombrar un líder?, o dos, a que hora salimos?, y sobre todo, que le regalamos a Pepe?

Una pluma, un cuadro, un busto, no yo creo que una fresadora. Que bien suena, pero como es, cuanto ocupa, se puede facturar, la compramos aquí, o le decimos al taxista de Bruselas que de paso que nos da la vuelta de rigor nos lleve a un Brico King?

Os imagináis la cara de Pepe cuando nos vea, es genial, que divertido, nos vamos a reír, oye hay más vino?. Escuchadme, estoy hablando y soy el líder uno, que me escuchéis……

Yo creo que sería necesario quedar otro día para planificar, si pero a las 4 de la tarde y con café.

Nos llamamos, nos vemos y vamos viviendo los preparativos de este viaje de corto recorrido en avión, de Coruña a Valladolid y de allí a Bruselas, y que iniciamos el día en que empezamos a pensar en viajar para felicitar a Pepe.

Llegamos al aeropuerto, risas, comentarios durante el vuelo, llegada, taxi, la dirección y la cara que se le queda a Pepe cuando abre la puerta.

La cara de Pepe es una excelente excusa para viajar, se lo digo yo que la vi.

© Mabel Pérez Simal

Na Bahía de Lugrís

Pousa nese penedo desde onde avista a baía enteira e fica queda, gozando do sol e observando, curiosa, todo o que sucede nese espazo de seu; vaia, ela sénteo propio de tanto tempo que pasa alí e do ben que o coñece.

Agora pasa un barco, un enorme vapor no que viaxan centos de persoas; sae do porto emitindo ese son que retumba e anuncia a partida a toda a cidade. Pode ver as caras que se asoman a cuberta, pode ver as expresións de felicidade, de medo, de dúbida e de desacougo, onde irán e por que viaxarán?

Talvez haxa afoutos viaxeiros dispostos a descubrir o mundo e as súas marabillas; coma outrora Mark Twain, na compaña de podentes e aventureiros amigos arrodeados de baúis e comodidades.

Quizais viaxan a América vía Lisboa para ver os seus; ou son os primeiros traballadores que ousan facer por vida lonxe da miseria e da tristura en que fican as súas familias.

Apoiada na varanda, unha muller elegante protéxese e íllase cun parasol. Despide os parentes que a acompañaron ata o porto e a miran con seria actitude. Inqueda, culta, decidida a viaxar, a coñecer e aprender, a saír da atmosfera de trivialidades que a afoga, desa vixilancia morbosa. Outras culturas, outros idiomas han insuflarlle o osíxeno que precisa… coma ela precisa o movemento.

Mira para a Torre inamovible, tan ergueita e vixiante. Por veces ten a sensación de que o sabe todo dela e do que pasa neste espazo de mar que domina co feixe de luz do seu faro, tanto ten o tempo que faga…

Hoxe o mar está calmo, pero cando se embravece as ondas baten e saltan ganduxando no aire encaixes de espuma branca. Unha finísima nube de gotas cáelle liviá no pelo e a cara: ummmm! pode saborear o sal seco nos beizos.

A calor do sol acaríñaa, tanto lle gusta que sente preguiza en volver, pero non lle queda outra, leva moito tempo fóra da auga e a cola empeza a secar.

©Mabel Pérez Simal
Corrección Lingüística: Begoña Méndez

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ESCAMBRAY

© ESTUDIO ABAD FOTOGRAFÍA

Saliendo de Trinidad en dirección a Santa Clara se puede elegir entre dos rutas, una más directa y la otra subiendo por las montañas de Escambray. Esta última nos la recomendó Danilo, por la belleza de su vegetación y por la historia que duerme en su selva, importante, pero no tan conocida como la famosa Sierra Maestra.

A la salida del pueblo junto a la parada del autobús se amontona la gente esperando el transporte, uno de los problemas cotidianos en Cuba. Como vamos los dos en un coche alquilado y nos sobra sitio, paramos, y sin tiempo de ofrecernos a llevar a alguien se abalanzan sobre el coche decenas de personas.

–   Van para Escambray?

  • Si, pero calma, calma, solo podemos llevar a 3 personas.

Una mujer joven con mucha autoridad, ante el caos que se forma cuando varios de ellos intentan subir al coche, toma el mando, y empieza a organizar.

  • la viejita, lleven ustedes a la viejita que lleva aquí muchas horas.

Ella está al fondo, sentada en la parada del autobús y con mucha gente delante, la joven se abre paso y la va a buscar y entre varios la ayudan a cargar sus bolsas y la suben al coche junto con dos mujeres más, una de mediana edad y una estudiante muy joven.

Todo este episodio sucede sin que tengamos ninguna intervención ni opinión, hay una increíble organización colectiva que coge, lleva, decide y sienta a estas tres mujeres en nuestro coche.

Adiós y buen viaje, nos desean.

Y así iniciamos la subida a la sierra de Escambray por una empinada carretera con muchas curvas y un firme en mal estado. El coche, suficiente para dos y muy pequeño para cinco sube renqueando y en primera por las cuestas, y al rato dejamos de preocuparnos por su salud y su resistencia al superar las primeras subidas y empezamos a disfrutar del increíble paisaje.

Montañas y montañas exuberantes y llenas de todos los matices del color verde, claro, oscuro, vibrante, impenetrable, salpicadas de flores naranjas, amarillas y blancas, como pinceladas de colores en un mar de verdor.

Nos admira toda esa belleza natural, completamente salvaje, sin caminos ni casas, sin civilización.

Lo comentamos con nuestras pasajeras que se suman a nuestros comentarios, orgullosas de sus montañas.

Las miramos con más atención mientras van comentando. La joven estudiante apenas habla, solo cuando le preguntan por el curso, donde vive y poco más. Es una joven tímida, seria y viaja con el ceño fruncido, no sabemos si de prisa o de preocupación. No mira el paisaje, solo de frente y se apea en el primer pueblo que encontramos, cuatro casas al borde de la carretera que viven del cultivo de café.

La mujer de mediana edad se llama Lucinda, es dicharachera y amigable y está muy agradecida por el viaje, está acostumbrada a pasar muchas horas de espera para poder subir a su casa.

  • “por esta Sierra pasan muy pocos coches”

Es una mujer muy culta que nos va contando la importancia de la Sierra durante la Revolución y nos señala los nombres de las flores, los ríos y las plantas.

Nos habla de los lugares, su nombre y su significado, los hechos que ocurrieron, quien vive allá y como se vive en la Sierra.

Nos pide que paremos en el mirador de Hanabanilla, sobre el río del mismo nombre, para disfrutar de la vegetación. Helechos arborescentes, palmeras, pinos, el framboyán y un arbusto con unas flores naranja repartidas de cuando en cuando entre el verde.

Un espectáculo natural de colores exuberantes. Recogemos unas cuantas flores blancas que nos señalan como la flor nacional, “la mariposa”, muy grande, de color blanco y con un olor exquisito. Nos bajamos todas y vamos cogiéndolas y llenando el coche con su fragancia.

Pasamos por Tope de Collantes, una zona de cafetales y también de veraneo, con un balneario enorme de construcción y estética soviética. “Allí es donde la gente va a ponerse en forma, corren, les ponen a dieta y les dan masajes”, nos va contando Lucinda un poco antes de bajarse en Tope, aquí está su casa y después de la invitación a un cafecito, nos despedimos.

Continuamos el viaje acompañados por la viejita que hasta ahora había hablado muy poco, solo para confirmar los comentarios que hacía Lucinda.

-Y usted a donde va?

-Yo voy a mi pueblo, un pueblo muy pequeño bajando la montaña, ya les digo yo.

  • Y usted recuerda la Revolución?
  • Si hija sí, la recuerdo muy bien, yo era muy joven

Y nos cuenta:

“Mientras el Ché llegaba a Escambray y negociaba con los capitanes, yo vivía en la Sierra y observaba sorprendida y maravillada a todos aquellos hombres, barbudos, armados y con la determinación en la mirada. Tan sucios y necesitados como mi familia y todas las familias que vivían en el pueblo, un pequeño pueblo en medio de la sierra llamado Felicidad”.

“A mi pueblo no llegaba el ejercito regular, no llegaba la política, no llegaban los excesos de Batista, a mi pueblo solo llegaba la pobreza, el aislamiento y el analfabetismo. Apenas habíamos salido de la sierra, y cuando llegaron los revolucionarios y nos hablaron de justicia, de reparto, de cultura o de la reforma agraria, no entendíamos, pero nos sonaba bien”.

“A mi ya me cogió un poco mayor, comentaba la viejita, y no quise estudiar, yo solo quería casarme e irme a vivir fuera de Felicidad, lejos de la montaña, a un lugar en el que hubiera mucha gente, tiendas, coches y que estuviera cerca del mar”.

“Mis hermanos se sumaron a la Revolución y pudieron estudiar y salir de la miseria en la que vivíamos. Aprendieron a leer y a escribir, nadie de mi familia sabía, eso fue lo mejor”.

“Hoy vuelvo a mi pueblo, a ver a mi nieta, que tuvo una bebita. Ven ustedes, al final de este camino hay unas pocas casas, muy pocas, allí vive mi nieta, volvió para el pueblo y se quiere quedar aquí. Yo vengo a verla, a pasar con ella unos días, a disfrutar de la bebita y a recordar”.

“Pero no me quiero quedar, no, no me quiero quedar en Felicidad”

Busco en el libro “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”, en el capítulo titulado “Un pecado de la Revolución”. Así relata el Ché su llegada a la sierra de Escambray

“Llegamos al Escambray y acampamos cerca del pico denominado Del Obispo, que se ve de la ciudad de Sancti Spíritus y tiene una cruz en su cima. Allí pudimos establecer nuestro primer campamento e inmediatamente indagamos por una casa donde debía esperarnos uno de los artículos más preciados del guerrillero: los zapatos. No había zapatos, se los habían llevado las fuerzas del Segundo Frente del Escambray, a pesar de que habían sido logrados por la organización 26 de Julio. Todo amenazaba tormenta, sin embargo, logramos mantenernos serenos………”

© Mabel Pérez Simal

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BLOQUEO

© ESTUDIO ABAD FOTOGRAFÍA

Paseamos por Vedado para encontrarnos con Valeria en la esquina de la calle 23 y curiosear en los puestos del mercadillo de artesanía.

Vamos bajando y nos topamos de frente con una enorme valla publicitaria en la que podemos leer:

“Un día de bloqueo equivale a 139 ómnibus urbanos”

 Valeria, periodista curtida en varios medios cubanos, y que trabajó como corresponsal en distintos países -en todos los del bloque soviético- mira la valla y sonríe, con esa sonrisa cínica con la que siempre habla del Gobierno Revolucionario de su país.

Le gusta polemizar y aprovecha todas las ocasiones para criticar las actuaciones de los hermanos Castro, a los que detesta, pero sus críticas van dirigidas contra el Gobierno de los USA, porque ella, como todos los cubanos, está en contra del bloqueo.

  • – Y sin bloqueo? habría los ómnibus suficientes para solucionar el grave problema de transporte que vive la isla?
  • – Que hubiera sido del Gobierno Revolucionario, como viviríamos sus aciertos y como justificarían sus errores sin poder achacárselos al bloqueo?
  • – Donde estaría hoy Cuba, que tipo de país y de sociedad sería sin los vetos internacionales?
  • – No nos dieron la oportunidad de poder comprobar si otro modelo funciona y ahora en un momento de crisis financiera, no tenemos alternativas.

El bloqueo es uno de los elementos de cohesión de todos los cubanos, todos, hasta los más críticos con el régimen están en contra del aislamiento internacional, y viven cotidianamente las estrecheces y los perjuicios que les causa.

Valeria sigue su discurso militante antibloqueo.

  • – Es necesario que se eliminen las sanciones y el bloqueo impuesto por los USA para que la situación se normalice en Cuba, el bloqueo tuvo un efecto muy diferente, en lo interno, al pretendido por sus más acérrimos defensores, y de hecho parte de la disidencia cubana de Miami hace tiempo que se plantean la eficacia de la medida.
  • – Somos como el último reducto de las tensiones derivadas de la Guerra Fría con la desaparecida Unión Soviética, y ya no son tiempos……………………………………….

Tarde de café cargado y oscuro como las nubes que amenazan lluvia y tormenta, tarde de conversación y de debate con una mujer que defiende y explica su disidencia desde la inteligencia y el respeto, tarde Habanera, mojada y caliente.

©Mabel Pérez Simal

TRINIDAD

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Las casas y sus colores en Trinidad son un retrato vivo y colorista del paseo por esta ciudad.

Trinidad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, y es una muestra de paisaje urbano original construido a mediados del siglo XIX, cuando aquí se producía la tercera parte del azúcar de la isla.

Una muestra de azules, amarillos y verdes, de tejados de tejas oscuras y mezcladas y con enormes rejas en las altas ventanas, sencillas o más elaboradas pero siempre tan altas, desde el suelo al techo de las casas.

Casas con actitud, volcadas a la calle, sin pudor, abiertas al atardecer y al fresco. Cuando paseas por sus calles, sin querer, ves todo lo que sucede en la intimidad del interior.

Cubanos que descansan sentados en sus sillas y se balancean viendo la televisión, en contacto directo con todo el que pasa, viendo el programa e interrumpiendo para saludar.

El tono es relajado, de tomar el fresco, algunos lo acompañan con un roncito mientras ven la tele o tocan la guitarra. Ahora es tiempo de descanso, ya mañana por la mañana empieza de nuevo el trabajo, y hay que “solucionar”.

Esto ocurre en cualquier parte del mundo, pero no sé, aquí en Cuba ese tiempo de oscuridad y de relax tiene un tono más cálido y vital. Será el Caribe o el descanso después de la pelea por la dignidad.

Son las nueve de la mañana, aprieta el calor y solo apetece sentarse debajo de una sombra y mirar, a las cubanas que caminan lento mezcladas con algunos turistas, pocos, a las niñas uniformadas y llenas de trenzas, a un hombre mayor que empuja una carretilla con más años que él, escenas cotidianas interrumpidas de cuando en cuando por el paso de un caballo, menudo, con un jinete que parece sacado de la historia y que avanza a paso lento golpeando con sus cascos las calles empedradas de Trinidad.

Estoy sentada en las escaleras que suben a la Casa de la Música, con la Plaza delante y viendo pasar el mundo que camina pausado por su suelo adoquinado. En un local aquí al lado empiezan a ensayar los músicos y sus notas acompañan el calor y el paisaje.

Perfecta la escena. Calles empedradas, calor caribeño, casas de vivos colores, la sombra de un árbol frondoso bajo la que sentarse y un jinete que cruza la plaza al paso.

 Donde estoy?, en que época estoy?

 Tiempo detenido y lento, cadencioso.

 Bien por Trinidad, pero no para un recorrido turístico y rápido, no, para pasearla, para sentarse a mirar y escucharla.

 Seguimos el sonido de la música y entramos en El Palenque de los Congos Reales, están ensayando. Nos podemos quedar?, Si, claro, que quieren tomar?

Continúa la música, el son que acompaña a hombres y mujeres bailando, todos negros y moviéndose de forma sensual y coordinada. Parando, corrigiendo, repitiendo. Un, dos, tres, desde el anterior movimiento.

El director de escena desde abajo los va llamando, sube y les explica algunos pasos de baile. Calor y sudor.

Mientras nos tomamos una copa en la terraza emparrada, el encargado del local se acerca, le invitamos a acompañarnos y nos cuenta algunas de las historias que perviven en la ciudad, las de los terratenientes de las grandes plantaciones de azúcar del siglo XIX, historias de asesinatos, pasiones y venganzas.

Música, baile, truculentas historias, calor y color, todo junto en Trinidad. Os lo recomiendo.

© Mabel Pérez Simal

ÁFRICA

UGANDA. SIDA. PREVENCIÓN. PUBLICIDAD.

«África». Habitualmente se nombra así, en genérico, como si fuera un todo y no un continente lleno de países y paisajes diversos, personas, culturas y tribus diferentes. Situaciones cambiantes que vemos en las noticias, y que en la mayoría de los casos no son buenas. Será esto, será que la pobreza endémica, la enfermedad y el desamparo al que los poderes económicos, y otros elementos a los que podríamos definir como esos “perversos polimorfos”,  los someten, los unifica y los iguala, haciendo que pensemos en África con una mezcla de sentimientos entre los que también cabe el miedo.

Cada vez que oímos la palabra “subsaharianos” o “África subsahariana”, se nos llenan los ojos con las imágenes de barcas perdidas en el estrecho, de rescates y de náufragos, de miles de muertos y de devoluciones en caliente, de desesperación en los que intentan llegar y de dureza y fascismo en los vigilantes.

Con esta imagen, la de los que huyen del lugar al que nos dirigimos, y los miedos de no saber lo que nos encontraremos al sur del desierto del Sahara, iniciamos un viaje para visitar Kenia y Uganda.

Vamos a recorrer el perfil del Lago Victoria, ese enorme lago de África Central rodeado de grandes parques y paisajes de bosques, selvas y  llanuras de color amarillo. Vamos cargados con una mochila y un montón de preocupaciones, por los insectos, por los estados, por las guerrillas, por….. tantas y tantas situaciones posibles y distintas a las que vivimos en nuestro mundo seguro, previsible y cotidiano.

Es un viaje importante y vamos con la certidumbre de todo lo leído, visto y oído, con todas las imágenes que bullen en nuestras cabezas, y las palabras de los que nos contaron sus experiencias en distintos lugares del continente.

Es un placer releer, antes de salir, la historia de aquellas mujeres intrépidas que en el siglo XIX viajaban a los mundos desconocidos de la India, África y Oriente, acompañando a sus maridos exploradores, o poniendo en marcha sus propias expediciones, rodeadas de servicio, protegidas del sol y con kilos y kilos de equipaje.

Cristina Morató nos relata en su libro, Las Reinas de África, la historia de esas damas que en plena selva se vestían formalmente para cenar o tomaban el té de las cinco en sus tazas de porcelana, y que también sabían cabalgar, cazar con arco, disparar un fusil, organizar una expedición con cientos de porteadores y construir un hogar en regiones inhóspitas.

Busco la opinión y los textos de Jan Morris sobre este continente, y me sorprende que en su libro Un mundo escrito, que reúne sus crónicas y relatos de cincuenta años por todo el mundo, apenas dedica unas páginas a hablar de los países africanos, y lo hace para relatar las ceremonias de celebración por la independencia en los distintos países durante los años 50 y 60 del siglo XX.

Una novela que para mí fue importante leer antes del viaje es La Biblia envenenada de Barbara Kingsolver, un recorrido de la mano de las mujeres de la familia de un pastor baptista que se impone una misión catequizadora imposible, y persevera, mientras ellas van contando lo que les sucede en el Congo. Reveladora del desconocimiento y las ideas preconcebidas con las que viajamos.

Pero el conocimiento fundamental antes de viajar a un país africano es el que aporta Ryszard Kapuscinski en su libro Ébano, encuentro obligado para todas, viajemos o no. Resulta fundamental conocer su particular visión de este continente.

Nos cuenta:

“He vivido unos cuantos años en África. Fui allí por primera vez en 1.957. Luego, a lo largo de cuarenta años, he vuelto cada vez que se presentaba la ocasión. Viajé mucho. Siempre he evitado las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran política. Todo lo contrario, prefería subirme a camiones encontrados por casualidad, recorrer el desierto con los nómadas y ser huésped de los campesinos de la sabana tropical. Su vida es un martirio, un tormento que, sin embargo, soportan con una tenacidad y un ánimo asombrosos.

De manera que éste no es un libro sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sobre mis encuentros con ellas y el tiempo que pasamos juntos. Este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Solo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos África. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe”.

Con estas y otras lecturas, películas e imágenes iniciamos el viaje a Uganda, a su capital Kampala, en un vuelo largo y cómodo de avión.

© Mabel Pérez Simal

PRAIA DA INSUELA

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Ao pisares esta praia ao pé do monte Pindo, imaxinas noites cheas de silencio en movemento, de cargas e descargas, de présas e desacougos, vixiando cara ao camiño e cara ao mar, axexando por onde poidan vir os problemas.

Tamén dás en imaxinar pesca e marisqueo, patelas a rebordar nécoras ou sargos frescos e relucentes.

Paseando pola praia sentes que te recolle do pequena que é, coas altas rochas formando un colar gris arrodeando a area branca e deixando unha abertura cara ao mar, o mar océano, ese mar que cando miras a liña do horizonte só ves mar. E presentes a inmensidade agachada detrás desa raia onde se xuntan os azuis, o mariño con fitas prateadas e o celeste que case torna en branco no horizonte.

Hai unhas casetas de muros sólidos de pedra gris que se mesturan coas rochas, coma se a construción humana fose unha continuación da paisaxe que se suma ás pedras que baixan pola faldra do Pindo.

A Insuela é un espazo escondido e case privado, só para coñecedores e propios.

©Mabel Pérez Simal

Corrección Lingüistica: Begoña Méndez